Las catástrofes naturales nos afectan más de lo que a veces estamos dispuestos a reconocer. Ya sea un terremoto, una tormenta o una inundación, es inevitable que estas situaciones despierten emociones intensas, especialmente si ocurren cerca de nuestro entorno. Ver imágenes, leer noticias o escuchar relatos de personas que lo han perdido todo nos llena de tristeza, miedo, impotencia y, muchas veces, de un deseo urgente de ayudar, aunque no siempre sepamos cómo hacerlo.
Cuando suceden estas tragedias, nuestras emociones están a flor de piel. Es completamente normal sentirnos vulnerables, asustados o llenos de incertidumbre. También nos ponemos en el lugar de quienes han sido afectados y no podemos evitar empatizar con su sufrimiento. Observar cómo pierden sus hogares, sus pertenencias e incluso a sus seres queridos nos recuerda lo frágiles que somos ante la fuerza de la naturaleza.
Hoy en día, las redes sociales amplifican aún más este impacto emocional. Gracias a la rapidez con la que se comparten imágenes y testimonios, parece que estamos viviendo la catástrofe en tiempo real, aunque estemos lejos. Este fenómeno, que los expertos llaman “amplificación emocional”, nos afecta porque las emociones de los demás intensifican las nuestras. Si alguien expresa miedo o tristeza en sus publicaciones, rápidamente comenzamos a sentir lo mismo.
Además, existe un fenómeno conocido como “contaminación emocional”. Esto sucede cuando nuestras emociones se “contagian” a otras personas, y en el contexto de las redes sociales, este efecto es aún más pronunciado. Por ejemplo, si alguien publica un mensaje muy angustiante, esa emoción puede transmitirse velozmente entre cientos o miles de personas que lo lean o lo compartan. De hecho, un estudio realizado por Kramer et al. (2014) demostró que las emociones que compartimos en redes no solo nos afectan a nosotros, sino que también influyen en los demás. Esto puede tener un efecto positivo o negativo, dependiendo de la situación.
Las emociones negativas como el miedo, la ansiedad y la tristeza se propagan a un ritmo alarmante. A menudo vemos vídeos impactantes o leemos historias desgarradoras. Aunque lo que está sucediendo no nos afecta directamente, estas emociones pueden superarnos y hacernos sentir así.
El problema es que este tipo de emociones negativas crean un “efecto bola de nieve”. Una persona comparte su dolor, la otra lo absorbe y lo amplifica, y así sucesivamente. Esto puede generarnos ansiedad y a menudo frustración en lugar de motivarnos a actuar. En lugar de buscar soluciones, nos enojamos, lo cual no ayuda ni a las víctimas ni a nosotros mismos.

El lado positivo de la inteligencia emocional
Afortunadamente, el estrés emocional no siempre es algo malo. Pero hay un lado positivo: las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa para difundir apoyo, esperanza y solidaridad. Por ejemplo, cuando vemos historias de personas que ayudan a otros, brindan refugio o comparten recursos, nos inspiran a hacer lo mismo. Estos sentimientos positivos son contagiosos y pueden convertir el miedo en acción y solidaridad.
Según un estudio de Kramer et al. (2014), emociones como la empatía y la solidaridad pueden difundirse como emociones negativas. Un mensaje de apoyo, un acto de generosidad o simplemente compartir información útil puede inspirar a muchas personas a involucrarse y participar de alguna manera. En situaciones difíciles, esto crea un efecto dominó positivo y ayuda a los equipos a responder a los desafíos con mayor fuerza y resiliencia. riesgo de saturación
Si bien las redes sociales tienen sus aspectos positivos, también pueden abrumarnos. Ser bombardeado constantemente con noticias, historias, imágenes y testimonios de desastres puede resultar abrumador. Esto se llama fatiga emocional o fatiga por compasión y ocurre cuando nos agotamos emocionalmente por el dolor y el sufrimiento de los demás.
La Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) incluso lo llama un «problema doloroso». Es decir, aunque no hayamos vivido la misma tragedia, nuestro cerebro puede reaccionar de la misma manera que nosotros. Este sentimiento puede llevarnos a la ansiedad, el estrés y el agotamiento emocional, lo que puede afectar nuestra salud general.
¿Por qué nos pasa esto?
Todo esto tiene una explicación científica. La segunda teoría sugiere que cuando nos encontramos con un contenido emocional fuerte, como una noticia trágica, nuestro cerebro primero responde emocionalmente antes de evaluar racionalmente la situación. Es como si el miedo y la tristeza tuvieran una “etiqueta” en nuestro cerebro, y la parte lógica empieza a funcionar durante mucho tiempo. Esto hace que nuestro estado de ánimo mejore rápidamente, especialmente en situaciones estresantes.

Cómo equilibrar el diálogo interno y el cuidado personal:
Obviamente, no podemos ignorar lo que sucede a nuestro alrededor, pero no podemos dejar que las emociones negativas nos consuman. Es importante encontrar un equilibrio entre comprender y proteger nuestra salud mental. Para lograrlo, te daremos algunos consejos útiles:
1. Establece horarios para informarte:
No tienes que estar pegado al teléfono todo el día. Dedica uno o dos momentos específicos para revisar las noticias, y luego desconecta. Así te mantendrás al tanto sin sentirte saturado.
2. Busca información útil:
Enfócate en datos que realmente sirvan, como recomendaciones de seguridad o números de ayuda. Evita consumir contenido que solo genere más ansiedad sin aportar soluciones prácticas.
3. Reconoce tus emociones:
Si notas que te estás sintiendo demasiado ansioso o estresado, es hora de parar. Tómate un descanso de las redes sociales y haz algo que te ayude a relajarte.
4. Consulta fuentes confiables:
No todo lo que circula en redes es verdad. Busca información en medios oficiales para evitar rumores que solo aumenten el miedo y la confusión.
5. Incluye el autocuidado en tu rutina:
Haz espacio para actividades que te hagan sentir bien, como meditar, salir a caminar, escuchar música o pasar tiempo con tus seres queridos. Tu bienestar emocional también importa.
6. Suelta lo que no te aporta:
Si notas que las noticias empiezan a repetirse y no hay nada nuevo, apaga el teléfono. No necesitas estar constantemente expuesto para estar informado.
7. Canaliza tus emociones:
Si sientes ganas de ayudar, busca formas concretas de hacerlo. Ya sea donando, participando en campañas de apoyo o compartiendo información útil, actuar te hará sentir más útil y menos abrumado.
