
El pasado 3 de febrero de 2025, una intensa tormenta azotó la provincia de Málaga, dejando a su paso inundaciones significativas en municipios como Torremolinos, Benalmádena, Mijas y Fuengirola. Con precipitaciones que superaron los 80 litros por metro cuadrado en algunas áreas, las autoridades activaron planes de emergencia para gestionar las más de 100 incidencias reportadas, que incluyeron anegaciones de calles, sótanos y cortes en carreteras principales como la A-7. A pesar de la gravedad del temporal, no se registraron víctimas mortales ni daños de infraestructuras graves.
Este evento climático extremo expresa el aumento en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos debido al cambio climático. Según expertos, el calentamiento global está intensificando las lluvias torrenciales y aumentando el riesgo de inundaciones repentinas en regiones costeras y urbanizadas. En el caso de Málaga, la rápida urbanización y la falta de infraestructura adecuada para drenar grandes volúmenes de agua agravan estos temporales.

La Junta de Andalucía activó el nivel operativo cero del plan de preemergencia, coordinando acciones con los ayuntamientos locales. Torremolinos, uno de los municipios más afectados, registró 40 litros por metro cuadrado en apenas media hora, lo que obligó a suspender clases y activar su comité de emergencia. En Fuengirola y Benalmádena también se implementaron medidas similares para disminuir los efectos del temporal.
Este tipo de eventos remarca la necesidad urgente de adaptar las infraestructuras urbanas al cambio climático y reforzar los sistemas de alerta temprana. Además, plantea otros problemas sobre cómo las políticas públicas pueden abordar los desafíos climáticos para proteger a las comunidades más vulnerables.
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